Hattrick líquido (por Leonardopanta)

Estamos a punto de presenciar otro cambio radical en Hattrick: la próxima temporada las velocidades de entreno se modificarán, ciertos empleados desaparecerán y darán lugar a otros con otras funciones, un entreno dejará de estar entre las opciones, se implementarán distintas limitaciones, la experiencia y sobre-confianza actuarán de un nuevo modo y hasta la distribución de eventos será diferente. ¿Por qué nos gustan o nos disgustan estos cambios?

Sin duda no hay una respuesta única y las razones son susceptibles de tantísimos factores. Pero en este texto trataré de reflexionar sobre nuestras reacciones en un marco más general y cultural.

A primera vista, Hattrick pareciera un juego pre-moderno: a cada jugador se le encarga una institución, la cual debe progresar dentro de reglas dadas y estables. Nosotros como usuarios modernos vamos en busca de forjar algo que en la realidad es imposible: cuando muchos clubes de fútbol tienen problemas financieros y se funden o son privatizados, nosotros demostramos que siendo ordenados el progreso es posible en el marco más iluminista imaginable. Si entrenás jugadores, éstos mejoran; si los vendés, ganás plata; si tu equipo es más fuerte que el rival (factor suerte limitado a una contada serie de permutaciones), ganás dicho partido.

Pero esta primera impresión no es más que una simple ilusión; debajo de la fachada pre-moderna de una institución sólida y predecible, se esconde la liquidez propia del modernismo (o posmodernismo). En poco más de diez años, el juego ha sido alterado radicalmente en sus gráficos, en el tope de habilidades, en los entrenamientos disponibles, en los eventos, en la distribución de ocasiones de gol, en las tácticas disponibles, en las conferencias, en las velocidades de entreno, en el sistema de juveniles, y podría seguir enumerando ya que la única constante en Hattrick ha sido el cambio.

Hattrick no escapa a la forma de producción reinante, en la que se busca complacer psíquicamente al comprador/usuario. Los celulares caducan cada vez más rápido, superados por nuevos modelos tras nuevos modelos. La venta se produce no por la constancia de la oferta, sino por la mutación de la mercadería. Hattrick ofrece cambios constantes para generar en nosotros la sensación de que algo nuevo está pasando, aunque sea el mismo vino con una nueva etiqueta en la botella.

Los usuarios más jóvenes o aquellos más ligeros y adaptados a los tiempos que corren (literalmente hablando), esos usuarios que cambian anualmente su celular, su computadora, sus amigos y/o parejas, probablemente sean los primeros en dar la bienvenida a esta realidad (¡Já!) fluctuante de Hattrick.

El resto de los usuarios, los que tenemos el celular cuya pantalla a veces no enciende cuando hay humedad, los que tenemos aquellas computadoras a las que les vamos cambiando la placa de video y agregando memoria para que tire, los que tenemos pocos y duraderos amigos y/o pareja, nos sacudimos con estos cambios de forma de Hattrick líquido. Andamos con el avatar triste, quejándonos en las conferencias por los jugadores que se perjudicarán por estos cambios como si estos jugadores no fueran (al fin y al cabo) hijos de cambios anteriores.

Los hilos de las conferencias en los cuales se analizan los cambios se multiplican. Hattrick líquido nos da sobre qué hablar. Su inestabilidad es su condición de modernidad; la que nos reta a ser exitosos con una institución pre-moderna en los tiempos que corren, fluyen e inundan nuestras vidas.

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